Carlos Lozano: «La autopublicación no hay que verla como una opción errónea, sino como un atajo»

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Carlos Lozano Ascencio (México, 1962). Reside en Madrid. Es licenciado en Comunicación Social por la Universidad Nacional Autónoma de México y Doctor en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid. Autor de teatro y guionista en varios programas de televisiones públicas de México y España, actualmente es profesor Titular en el área de Periodismo en la Universidad Rey Juan Carlos.






P.- ¿De qué trata El pintor de aguacates?


En la novela se cuentan historias de buenas personas que viven y sobreviven en un mundo colmado de cotidianas crueldades. Silvano Estévez Madero, el protagonista, consigue su primer trabajo remunerado a los treinta años, a pesar de haber iniciado varias carreras universitarias. El empelo consiste en escribir la biografía de un pintor exiliado en México que vuelve a España, a finales de los años ochenta del siglo XX, sin ninguno de sus cuadros. A la familia le interesa recuperar toda la obra y por eso decide contratar a un entrevistador. Para el pintor repatriado, Pedro Feito, los aguacates son un talismán. Para Silvano son los recuerdos de las figuritas de huesos que su madre, de joven, vendía en mercadillos callejeros. El encuentro sirve para que ambos se conozcan y vuelvan a sentir el pálpito de la vida: uno vuelve a pintarlos y el otro encuentra en los aguacates un camino para descubrir la parte mexicana de su identidad.


 

P.- ¿Por qué has querido hablar sobre el mundo del arte?, ¿qué significa la pintura para ti?


A mí me interesa mucho recorrer y describir los ambientes creativos en construcción: me gusta hojear los cuadernos de apuntes manuscritos con tachaduras e indicaciones en rojo, me encanta ver el teatro tras bambalinas, me divierten las tomas falsas en el cine, la radio y la televisión. En este sentido, el estudio de un artista plástico es una atmósfera ideal para estar cerca del mundo de la creación. Para mí, el arte es eso: trabajo y creación. Estar cerca de los artistas, verlos trabajar, hablar de sus retos y problemas es la mejor manera de aprender. Yo aprendo tanto al apreciar un cuadro terminado como al conocer su proceso de construcción. Esto que te cuento es una constante en todas mis novelas, porque siempre hay personajes (principales o secundarios) que asumen el papel de pintores, músicos, escultores, dramaturgos, cómicos callejeros…


 

P.- ¿Y los aguacates? Porque en México son muy habituales, pero en España hasta hace poco eran algo exótico.


El aguacate, hoy en día, es el oro verde de México. A su alta productividad para el consumo y la exportación hay que añadirle el rasgo identitario que le brinda a la cultura mexicana en los supermercados y restaurantes de todo el mundo. Supongo que, así como un gringo se llena de vanidad al ver una hamburguesería en cualquier calle de cualquier ciudad, a los mexicanos nos enorgullece ver aguacates y guacamoles por todas partes: menús, estanterías de fruterías, cestas de la compra, etc. Ahora bien, esto hay que documentarlo, contarlo y difundirlo porque, si no, las nuevas generaciones pueden llegar a pensar que el aguacate no tiene un origen concreto. Piensa que el aguacate es una de las grandes aportaciones que ha dado México a la cultura gastronómica universal. Este fruto era conocido y apreciado por los antiguos mexicanos por lo menos hace ocho mil años antes de nuestra era. El árbol tenía una consideración sagrada como símbolo de la vida, de hecho, la palabra náhuatl (ahuacátl) puede traducirse literalmente como 'testículo'.



P.- Al igual que tus dos anteriores novelas, esta también es autopublicada. ¿Por qué has optado de nuevo por este camino?


La autopublicación es como un atajo, una ruta alternativa a la edición tradicional para llegar al mismo destino. No hay que verla ni interpretarla como una opción errónea o desleal a los caminos más comunes que utiliza la industria editorial. Y digo esto porque no soy, ni quiero ser, un escritor a lo Robinson Crusoe, yo no escribo para sobrevivir, sino para ser leído. Si en las principales carreteras hay muchos atascos y caravanas para publicar, ¿por qué hay que menospreciar a aquel escritor que ha buscado otra ruta en el panorama editorial? ¿O es que no se puede publicar si no se viaja por esas carreteras convencionales?


»Yo creo que el mundo editorial y los lectores necesitan buenas novelas y buenos escritores que no siempre transitan por las calzadas más grandes y conocidas; es más, yo creo que la autopublicación también es una manera para darse a conocer a las editoriales tradicionales para que tengan la oportunidad de conocer la calidad de los productos terminados y las opiniones de los lectores.

 


P.- Tus dos novelas anteriores también tenían esa identidad hispanomexicana. ¿Te sientes a gusto en esa dualidad?


La realidad hispamex es una de las principales características (o defecto, según se mire) de mis novelas. Hay mucha cultura e historias compartidas entre España y México, y no siempre somos conscientes de ello. Te confieso que cuando llegué a España, en 1989, a estudiar un doctorado en Comunicación en la Complutense, mis textos eran muy rudos para el habla peninsular, parecía que estaban escritos en otro idioma y que necesitaban una urgente traducción literal y una explicación contextual. Pero eso me parecía muy falso, tedioso y poco atractivo. Con el tiempo aprendí a escribir teniendo en cuenta las dos realidades y comencé a tramar historias en las que las dos atmósferas se tocaran, se solaparan, pero siempre se respetaran. Construir personajes y situaciones de allá y no como aquí creen que son y, a la inversa, construir personajes y situaciones de aquí y no como allá creen que son.

 


P.- A la hora de revisar la novela, ¿tienes en cuenta el lenguaje mexicano y español?, ¿cuidas que cada expresión la diga el personaje adecuado?


Por supuesto, para mí es muy importante que los personajes se expresen tal y como son en su contexto. De hecho, suelo hacer fotografías de casas, tomar notas de personas con las que coincido por la calle o en el transporte público porque con esos datos puedo construir situaciones más verosímiles. Cuando tengo que recrear situaciones de otras épocas históricas recurro a películas o novelas que reflejen los ambientes que estoy buscando y siempre se encuentra una clave o una pista que te sirve para encajar una frase o una interjección. Al final, de lo que se trata es de construir una narración invisible en la que el lector se sienta cómodo y se deje atrapar por los relatos sin demasiadas explicaciones.


 

P.- Es tu tercera novela autopublicada, ¿qué consejo les darías a tus alumnos que quieren publicar su primer libro?


Que crean en ellos mismos, en su punto de vista, en su forma de expresar y narrar situaciones y personajes. He tenido muchos alumnos en la asignatura Taller de Escritura Creativa en el Máster de Periodismo Cultural que escriben muy bien y que se dedican al mundo de la literatura, entre los que estás tú, por ejemplo, o Andrea Abreu, autora de Panza de burro.

 


P.- Llevas más de treinta años viviendo en España, ¿alguna vez has pensado volver a vivir a México?, ¿crees que tus escritos no tendrían la misma esencia si escribieras allí?


Jajaja. Te agradezco la pregunta porque es algo que me he planteado muchas veces. A ver, yo voy a México cada vez que puedo (de viaje o por trabajo) y siempre he dejado abierta la puerta para mi retorno. Ahora bien, en España está mi trabajo y mi familia, por lo que de momento estoy aquí sin dejar de mirar el otro lado del Atlántico. Te confieso que desde hace tiempo tengo muchas ganas de pasar una estancia larga en CDMX (mi ciudad natal) y dedicarme exclusivamente a escribir una novela y experimentar con nuevas vivencias y realidades. La tesis es que yo sería el primer sorprendido por el resultado. Ahora bien, te aseguro que, aunque estuviera ahí, miraría también hacia este lado del Atlántico.

 


P.- ¿Qué cambiarías de la industria del libro?


La mentalidad de todos los que intervienen en el proceso editorial. El acceso a internet ha cambiado nuestra forma de relacionarnos, de informarnos o de entretenernos. Muchas industrias y sectores han tenido que adaptarse a las nuevas formas de intercambio y de negocio: agencias de viajes en red, universidades online, industria audiovisual en plataformas, teletrabajo (imprescindible desde la pandemia), movilidad urbana con empresas privadas a través de geolocalizaciones, comercio electrónico de cualquier producto… Con lo anterior no estoy diciendo que sea mejor o peor, que guste más o menos, lo que sostengo es que es una realidad y lo único que nos queda por hacer es adaptarnos lo mejor posible. El acceso a internet y las nuevas tecnologías, hay que reconocerlo, han cambiado nuestras formas de leer (aunque todavía seamos muchos los que nos gusta ver y oler las páginas de papel) y lo que falta es que todos (autores, editores, impresores, distribuidores, libreros y lectores) nos adaptemos y nos coordinemos de la mejor manera posible a esos cambios, ya consolidados, en las formas de leer.

 


P.- Recomiéndanos una novela que inspire cosas bellas, que podamos leer en El Retiro, por ejemplo, esta primavera.


Yo recomendaría a los lectores de La boca del libro La tierra de la gran promesa, de Juan Villoro, Random House, 2021. Un escritor mexicano que también tiene a los dos países como referencias en sus novelas. Además, les recomendaría que fueran a sentarse en un banco en la zona del parterre francés y buscaran la sombra del árbol más antiguo de Madrid, un ahuehuete de origen mexicano sembrado en torno a 1630.



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MÁS INFORMACIÓN SOBRE EL AUTOR


Entrevista sobre su novela Laida no es mi nombre (14/12/2019)

Entrevista sobre su novela Ana desde hace tiempo (27/1/2018)

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