David López Cabia: «En la novela bélica, hay que trasladarle al lector el agobio del combate»

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David López Cabia, Burgos, es economista y docente de profesión. Desde una edad temprana comenzó a interesarse por la Historia y por la segunda guerra mundial en particular. Su pasión por un periodo histórico tan decisivo como la segunda guerra mundial le ha llevado a escribir varias novelas bélicas sobre el conflicto. Asimismo, colabora en programas radiofónicos canales especializados como SER Historia, La noche de Arjona en la COPE, Bellumartis Historia Militar y Niebla de Guerra.





P.- ¿De qué trata Ataque nocturno?


Nos encontramos con una Gran Bretaña acosada, que arrastra una dinámica derrotista. En medio de un ambiente de pesimismo, Operaciones Combinadas planifica una pequeña incursión que puede tener un impacto decisivo en el conjunto de la guerra. Se trata de la operación Biting, un golpe de mano para robar la tecnología de radiolocalización enemiga. Enrolados en esta arriesgada misión, dos paracaidistas aliados, el sargento McKnight y el cabo Wallace, deben proteger a un viejo amigo, el sargento Campbell, un especialista imprescindible para el éxito de la operación Biting. A través de los ojos de estos soldados, seremos testigos de los miedos que atenazan a los soldados antes y durante el combate, así como también conoceremos los entresijos de un golpe de mano poco conocido.



P.- La historia está basada en hechos reales. ¿Por qué quisiste escoger ese momento de la historia en concreto?


Febrero de 1942 fue un momento en el que el mundo se hallaba al borde de la catástrofe. Los alemanes habían llegado a amenazar Moscú, la Europa continental permanecía bajo el dominio nazi, la guerra en el norte de África no marchaba demasiado bien para los aliados, y en el Pacífico, los japoneses se expandían de manera incontenible.


» Entre aquella vorágine de derrotas, hubo un destello de esperanza, una pequeña operación especial que contribuyó a levantar la moral británica y que demostró que era posible ganar la guerra. La operación Biting consistió en el lanzamiento de paracaidistas tras las líneas alemanas para robar los componentes de un sistema de radiolocalización Würzburg. Fue una acción muy audaz y que, ante grandes batallas como Normandía o Stalingrado, ha quedado en el olvido. Por ello, pensé que merecía la pena rescatar su recuerdo escribiendo una novela como Ataque nocturno.



P.- Cuéntanos cómo ha sido todo el trabajo de documentación.


Bien es cierto que la operación Biting es un golpe de mano poco conocido. Esta es la razón por la que fue más complejo encontrar fuentes documentales. Afortunadamente, los autores anglosajones han publicado magníficos libros sobre esta operación. Curiosamente, me recuerdo en casa, durante el confinamiento, leyendo un magnífico libro sobre la operación Biting titulado SAS Shadow Raiders, de Damien Lewis.


»En cualquier caso, a la hora de documentar una novela procuro reunir un buen número de ensayos históricos. También es posible acceder a tesis doctorales y hay magníficos documentales que desgranan las operaciones militares de la segunda guerra mundial. De hecho, es posible encontrar documentales muy detallados de National Geographic o del Canal de Historia. Documentales aparte, siempre es de gran ayuda contactar con los historiadores, pues, afortunadamente, son unos grandes profesionales que están dispuestos a ayudar.



P.- ¿Y qué haces con toda esta información?


Una vez recopilada toda la información, es fundamental encajar las piezas del rompecabezas. Esto supone ensamblar la ficción personal de los protagonistas de la obra con el desarrollo de los acontecimientos históricos. Para ello, hay que conocer en profundidad las localizaciones geográficas, los detalles del terreno en que se combatió, los movimientos estratégicos, el armamento, la indumentaria e incluso detalles tan minúsculos como la comida o la bebida de la época. En definitiva, para documentar una novela bélica de la segunda guerra mundial no solo hay que conocer los aspectos militares, sino también las cuestiones políticas, económicas, sociales e incluso la vida cotidiana de la época.

 


P.- La novela bélica requiere cuidar al máximo las escenas de acción. ¿Cómo tiene que ser una buena escena para que no sea aburrida, para que enganche?


Con respecto a la acción, la fluidez es el elemento clave. Hay que ser muy descriptivo y trasladar al lector el agobio del combate. Para ello, es fundamental describir los sonidos de la guerra, el estruendo del campo de batalla, los olores de la guerra y el color de las explosiones y los destellos de los disparos. En cierto modo, esto implica una narrativa un tanto cinematográfica, donde los acontecimientos se sucedan a un ritmo frenético y la acción no de tregua.



P.- Pero no hay que saturar al lector. 


El ritmo de los acontecimientos es clave, pero también hay que saber jugar con los tiempos. Así, es posible combinar escenas de acción trepidante con pequeños descansos en los que se recurra a los sentimientos y las emociones humanas y al humor. Todo ello ayuda a no saturar al lector pues, de lo contrario, es posible crear una novela excesivamente asfixiante.



P.- Desde que comienza la idea en tu cabeza, hasta que el libro sale a la venta, ¿qué proceso te resulta más engorroso?


Disfruto mucho escribiendo e imaginando en mi mente la historia que plasmaré en una novela. La faceta creativa es mi etapa preferida. Por el contrario, la parte más engorrosa es el proceso de publicación. Es una fase en la que no puedes controlar al cien por cien, que no depende exclusivamente del autor. A veces se producen retrasos y otra clase de imponderables.



P.- Has publicado ocho novelas bélicas, ¿por qué adoras tanto este género?, ¿por qué solo lo ambientas en la segunda guerra mundial?


Si acudes a las librerías españolas en busca de una novela bélica ambientada en la segunda guerra mundial, lo más normal es que te vayas con las manos vacías. Hay un enorme vacío en este amplio sector del mercado. Muchos me dicen que la segunda guerra mundial es un tema muy específico, pero tiene mucha más acogida entre el público español de lo que pensamos.

Ante la saturación de novelas de épocas históricas como Grecia, Roma y la Edad Media, creo que hay que aportar al público un producto fresco, unas novelas desenfadadas, con un ritmo ágil y un estilo renovador.

 


P.- ¿Te animarías a escribir una novela bélica ambientada en otros siglos?


El periodo histórico que más me fascina es el siglo XX. Estoy meditando escribir novelas sobre otros conflictos bélicos, pero, la segunda guerra mundial es un acontecimiento tan amplio que merece unas cuántas novelas. De momento prefiero explotar la etapa histórica decisiva que supuso la segunda guerra mundial y, posteriormente, tal vez otros conflictos del siglo XX. Ahora bien, respecto a otros siglos, creo que hay una saturación de obras en el mercado y, por ello, no encuentro una motivación tan fuerte como la que tengo a la hora de escribir sobre la segunda guerra mundial.





P.- ¿Qué novela has leído que te haya encantado ha sido totalmente opuesta a lo que escribes?


Durante un tiempo fue bastante escéptico hacia la novela negra. Lo veía como un género de aburridas tramas de detectives basadas en diálogos interminables. Sin embargo, una buena amiga me regaló una novela titulada El psicoanalista, de John Verdon. La trama nada tenía que ver con aburridas investigaciones detectivescas. El ritmo del libro era demoledor, con un puñado de despiadados asesinos poniendo contra las cuerdas a un psicoanalista. Si se me permite la expresión, El psicoanalista me pareció una especie de El conde de Montecristo contemporáneo.



P.- ¿Qué novela bélica de las que has leído ha sido la más dura o te ha marcado?


En mi adolescencia leía las obras del autor británico Bernard Cornwell, quien narraba la guerra de la Independencia española desde la perspectiva de un fusilero británico llamado Richard Sharpe. Se trata de una extensa saga con la que disfruté muchísimo. De entre tan magnífica colección de novelas destacaría Sharpe y el Águila del Imperio. De la mano del fusilero Richard Sharpe somos testigos de la miseria del soldado, de las fuertes diferencias sociales de la época napoleónica y de unas batallas espeluznantes. Cornwell refleja con maestría detalles tan horribles como las heridas provocadas por la metralla o la dureza de las cargas a punta de bayoneta.



P.- Como apasionado de la historia que eres, ¿no crees que el libro de Historia del colegio debería llamarse Guerras?


Tiempo atrás, tal vez la Historia que se estudiaba se centrase excesivamente en los conflictos bélicos. Sin embargo, al menos como yo estudié la historia, dividíamos cada periodo histórico en varias parcelas: política, economía, sociedad, cultura y arte. En cualquier caso, el hecho de estudiar en profundidad los conflictos bélicos, ayuda a conocer las parcelas que acabo de mencionar.



P.- ¿Podrías recomendarnos una novela bélica que emocione? 


Una vez más, voy a aprovechar la ocasión para dirigir la respuesta hacia lo que me apasiona. Por ello, voy a proponer Big Red One, del estadounidense Samuel Fuller, quien combatió en la segunda guerra mundial con la 1.ª División de infantería. La obra fue publicada por la editorial Edhasa y, pese a ser una novela, tiene un importante tono autobiográfico. Al estar escrita por un veterano de guerra como Fuller, los detalles históricos son más que precisos, las descripciones resultan vívidas y el ritmo narrativo es el adecuado.


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