Gustavo Sierra: «Me impresiona la capacidad de los autores de generar puntos de unión entre sus obras»

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 Gustavo Sierra Fernández (Madrid, 1979) ‒ Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid (2016). Aparte de su tesis doctoral, La formación de una cultura de la resistencia a través de la canción social, ha escrito artículos en medios como Tártarus, Nueva Tribuna y Diario Folk, y relatos en Libros Libres; desde 2006 escribe en su blog personal, La Zamarra de Gustavo (albokari2.wordpress.com); ha presentado un programa de radio y elaborado un dossier de prensa para un recital de canción de autor, interesándose por la historia, la música, la literatura y el arte en general. En junio de 2019 publica su primera novela: Billy (“algo es algo”) (Libros Indie, 2019), finalista en el certamen A sangre fría (2019) de la editorial Ápeiron. Ahora presenta Redención (Nuestro último baile), una preciosa historia de amor y misterio que ahonda en los valores humanos y en la lucha de las personas pequeñas contra los poderosos.








P.- ¿Gustavo, de qué trata Redención, nuestro último baile?


Es básicamente una historia de amor que se convierte en una novela de intriga, en donde la protagonista, Susi, para conocer lo que realmente ocurrió entre su expareja (Ángel) y ella y saber así si le fue infiel de verdad, tendrá que enfrentarse a un mundo turbio, gobernado por una siniestra y poderosa secta llamada el Cónclave, que tiene alianzas con la prostitución internacional y la ultraderecha. Es como un descenso a los infiernos desde un infierno individual: abandonar el mundo normal para descubrir otro que transcurre subterráneo y secreto bajo aquel.



P.- O sea, tu novela trata sobre misterio, sectas y religión. ¿Qué otras novelas de este género te gustan leer y cuáles te han influido?


Como novelas, sin duda, el Ciclo de los Mitos, con Lovecraft al frente; lo único, que estos autores se fijaban más en cultos de personas degeneradas y aisladas social y localmente en vez de en sociedades de poderosos. Así que, en ese sentido, me influyó más el cine: La semilla del diablo, La profecía o Hereditary; y aunque es una película de humor, el pretexto de Cazafantasmas (la original) me parece muy interesante, además de que está basada en hechos reales: por una parte, la relación de Aleister Crowley con el edificio Dakota (que es el escenario de La semilla del diablo) y, por otra, las sectas apocalípticas y ocultistas que aparecieron en Europa en el periodo de entreguerras.



P.- ¿Vamos a encontrar a personajes relevantes de la historia en la novela?


Encontrarlos, sí, pero nada más que mencionados. Para los últimos borradores, el Cónclave ya no era tan abstracto, y fue más por coincidencias que empecé a nutrirlos de sociedades secretas del siglo XIX muy parecidas, incluido una asociación que data de principios del siglo XX. Por ello, se menciona en su historia a personajes como Fernando VII, Calomarde o el último Inquisidor General del Reino; personas muy inquietantes e intrigantes que pudieron estar detrás de la creación del Cónclave originario, de haber existido. Por otro lado, un poco de la historia de Japón de casi el mismo tiempo, ya que hay referencias a la Restauración Meiji, a causa del personaje de Jaime Santos (inspector español de ascendencia japonesa) y mención de Takasugi Shinsaku, un personaje histórico; además de la presencia implícita de la inspiración de Jaime Santos, tanto por personalidad como por el nombre: el espadachín real Hajime Saito, según la interpretación del anime El guerrero samurái.



P.- ¿Qué personaje odias y amas a partes iguales en la obra?


Nunca me lo hubiera planteado. Hay uno que creo que conseguí plasmarlo muy bien, Yuri, pero hablar de él conlleva desvelar demasiadas cosas. Así que, si tengo que elegir otra opción, sin duda elijo a Pelayo Barral. Es el dirigente de un partido de ultraderecha, así que defiende cosas horribles intentando hacerlas pasar por racionales y legítimas. Tengo bastante asimilado la mecánica de estos discursos del odio, su cinismo y su pretendida ambigüedad (cinismo, más bien), pero a veces me daba la impresión de quedar una caricatura… hasta que ves la realidad y los políticos en los que se inspira. Ya en la anterior novela me costó mimetizar dicho discurso, y es desagradable escribirlo como si tú lo sintieras; pero al final merece la pena, solo por ver el resultado.


P.- Redención, nuestro último baile es un esqueje de tu anterior novela Billy (algo es algo). Háblanos cómo se relacionan estas dos novelas.


Me hizo gracia coger a dos personajes muy secundarios, casi terciarios, y hacerlos protagonistas de su propia historia. En cierto momento de Billy, el extorturador Guillermo Niño requiere la ayuda de dos periodistas especializados en asesinos psicópatas para su investigación, un chico y una chica que no tenían ni nombre. Andando el tiempo, me pareció curioso hacer una novela independiente, pero que estuviera relacionada con la primera de alguna manera, y, así, hay algunas referencias a la anterior y repite algún que otro secundario; incluso, en un sueño, Susi revive esa reunión con Niño, y en algún momento de ese sueño alguien grita: «Billy, algo es algo». Es algo que me impresiona, cómo muchos autores son capaces de generar puntos de unión entre sus obras, aunque sean muy diferentes. Lo hizo Faulkner, lo hizo José Luis Cuerda, Tarantino…



P.- En tu novela hablas sobre sectas cristianas. Supongo que te has tenido que documentar. ¿Podrías contarnos cuatro cosas que te hayan sorprendido en tu proceso de investigación sobre este tema?


Aquí, permíteme que te corrija. No quisiera que alguien piense que cargo contra el cristianismo en sí, o incluso el catolicismo. No hablo de sectas cristianas exactamente, sino de una secta del integrismo católico que derivó en otra ocultista y pagana, aunque manteniendo esa visión fundamentalista de la religión. Me da un poco de vergüenza porque va a parecer que no me lo he trabajado, pero no hubo una cierta investigación inicial. Una de mis pasiones es la historia, y ahí, elegí un momento alejado en el tiempo, donde aparecieran intrigantes y donde hubiera un sector que de verdad creía que ciertos movimientos políticos y sociales pudieran conllevar la catástrofe universal, incluso el fin del mundo, y ese fue el reinado de Fernando VII, con sus pugnas entre liberales y absolutistas, y un país en el que poco o nada entraron las ideas de la Ilustración, por lo que representaban bastante ese oscurantismo que retrataba Goya en sus pinturas y atacaban también algunos escritores y pensadores. El resto son coincidencias sorprendentes. Por ejemplo, estando inmerso ya en su creación, la visita accidental a un edificio de Madrid me asombró (además de hacerme crear al enigmático conserje): aquel lugar de acceso imposible resultaba ser la sede de una asociación un tanto inquietante, que se remontaba a principios del siglo XX; una especie de conciliábulo de personajes conservadores. No creo que haya nada detrás, pero tanto hermetismo, tanto secreto, da repelús y qué pensar.


Más tarde, y no recuerdo por qué, descubrí La Garduña, que no era una sociedad religiosa, sino una hermandad de criminales que había tomado una simbología algo mística. Sin embargo, los investigadores más serios dicen que nunca existió dicha sociedad más allá de las hampas locales que controlaban los negocios subterráneos.



P.- ¿Y qué me dices de El ángel exterminador?


Este apareció ya casi con el primer borrador acabado, y fue el más sorprendente, ya que resulta que se especuló con la existencia de un grupo secreto de intrigantes al servicio del absolutismo y del catolicismo más oscurantista. Pero, de nuevo, nos encontramos con magnificaciones literarias y pocos investigadores le da existencia o relevancia, en caso de que admitan que existió algo remotamente parecido.


Así que ¿cómo encaja en todas estas el Cónclave? Pues mezclando los elementos políticos reaccionarios del absolutismo, el oscurantismo del catolicismo más integrista, un paganismo de corte lovecraftiano y la extravagancia de una sociedad secreta de personas muy poderosas y degeneradas. Siempre me ha llamado la atención ese puntito que tienen en común la visión más oscurantista de una religión con el satanismo y similares, y ahí, en ese punto común, es donde entra el Cónclave y sus mensajes algo contradictorios. Como le hago decir a uno de los personajes: es Lovecraft y, a la vez, Escrivá de Balaguer.



P.- ¿Qué otras sectas famosas podemos encontrarnos en la historia de la literatura?


Están esas que te he indicado, que no son exactamente sectas, La Garduña y El ángel exterminador. De ambas se llegó a decir que tuvieron reflejo literario, especialmente La Garduña, aunque no es del todo cierto. Ni Cervantes ni Quevedo se refirieron a dicha orden de delincuentes, sino a grupos de hampones locales que controlaban el mercado negro bajo el tráfico que los viajes y conquistas del Nuevo Mundo trajeron consigo. Sobre esta, además, corre la curiosa leyenda, recogida en el peculiar folklore mafioso italiano, de que tres hermanos miembros fundaron, cada uno, las tres grandes bandas de Italia: Cosa Nostra, Camorra y ‘Ndrangheta. En la historia de la literatura (sin ser yo un entendido ni pretenderlo) han campado más o menos, algunas ficticias, otras reales y otras falsas. Quizás quien fue el último en explotar esta vía de las sociedades secretas haya sido Dan Brown, relatando una guerra secreta entre el Opus Dei y los Iluminati. Y, como sociedad secreta, la masonería también ha tenido sus reflejos, algunos positivos y otros negativos. Por ejemplo, Tolstoi habla en Guerra y paz de la influencia que la francmasonería tiene sobre algunos personajes y algunas personalidades históricas de la corte de Alejandro I, como un movimiento que busca la mejora del ser humano y le ayuda a buscar la luz, aunque no exento de crítica cuando dice que a muchos miembros les interesaba más escalar venciendo a sus rivales que estos altos fines.


Desde luego, el concepto de las sociedades secretas y sus conspiraciones o actuaciones en la sombra, sean religiosas o no, y tengan los objetivos que tengan, da mucho juego para la ficción, y mejor quedarnos en la ficción. No soy partidario de teorías de la conspiración, pero sí que es viable la posibilidad de un grupo más o menos numeroso de personas que muevan los hilos para influir en la sociedad. A fin de cuentas, el nazismo se nutrió de sectas ocultistas, sociedades secretas y de una teoría antisemita de la conspiración que muchos se creyeron, aunque los intelectuales se desgañitaron diciendo que era una falacia demostrada.



P.- Háblanos de la cubierta, ¿su diseño es obra de la editorial o la propusiste tú?


Es una obra de la editorial sobre un, digamos, borrador que hice. Tanto el título como la portada tienen cierta relación metafórica con el tópico del ángel caído y la posibilidad de redimirse, que era el tema inicial que quería explotar. Así que, en mi búsqueda, me topé con las maravillosas ilustraciones de Gustave Doré para Paraíso perdido, de John Milton, que son asombrosas. Cogí la titulada «Caída de Satán» y pensé que le vendría bien un título en letras góticas o célticas para dar una impresión más épica. Luego, fue José María Hidalgo, un diseñador que trabaja con Libros Indie, el que desarrolló más la idea, poniendo ese fondo rojo de terciopelo detrás de la foto, y la verdad es que el juego que crea el rojo y el negro le va muy bien.



P.- Has publicado con Libros Indie, ¿qué tal la experiencia?


Bastante buena. Indie es una editorial pequeña bastante digna, que apuesta por nuevos autores sin cobrarles nada. A mí me tratan bastante bien y me implicaron mucho en el proceso de creación del libro, que es muy importante. Oigo muchas historias por ahí, y he huido de más de una, pero Indie es una editorial muy honesta y muy clara: no te imponen cláusulas abusivas ni ningún truco de por medio.



P.- Has publicado diferentes libros, además, quedaste finalista en concurso A sangre fría, convocado por Ápeiron Ediciones. ¿Qué significó para ti?


Bueno, diferentes sí. Billy («algo es algo»), Redención (Nuestro último baile) y un capítulo para uno colectivo llamado Devenires de un acontecimiento: Mayo del 68 cincuenta años después, aparte de mi tesis doctoral, La creación de una cultura de la resistencia a través de la canción social, que no está publicada como libro y es de libre acceso. Diferentes, pero no muchos. Hasta el primero, yo lo que hice mucho fueron artículos y entradas en mi blog, hablando de todo un poco, además de en otro lugares, como Nueva Tribuna y Diariofolk. En ese concurso quedé finalista junto a otros dos (de los cuales, ganó uno) con Billy. Y no mentiré si digo que me dio cierto orgullo y autoconfianza, aunque luego pensara que lo mismo solo nos presentamos tres y yo quedé tercero. En otros sentidos tampoco me ha servido de mucho; decir «finalista» no tiene tanta enjundia como decir «ganador», y aunque pudo suponer un impulso (al menos en cuanto a autoconfianza se refiere), no hubo más que el reconocimiento, ya que el primer y único premio era la publicación gratuita del ganador (no recuerdo si había algún adelanto en concepto de derechos de autor).



P.- ¿Te gusta escuchar música mientras escribes?, ¿qué tipo de música? ¿De qué manera ha influido entonces la música en Redención, el último baile?


La verdad es que apenas escribo con música, ni tampoco en entornos silenciosos. Solo una vez, mientras escribía una de las escenas de Redención, me puse una canción ex profeso porque había que describir un sentimiento que, por suerte, nunca he experimentado, y ahí estaba el Who wants to live forever de Queen.


En Redención hay bastante presencia musical, sobre todo, rock y, dentro de él, Queen. La razón fue por mi fascinación casi devota hacia la figura de Freddie Mercury, con todas sus luces y sombras. Más o menos por entonces, encima, se estrenó la película sobre su vida, así que figúrate. Gran parte de la presencia musical se debe a canciones que han ilustrado momentos significativos y bonitos en mi vida, aunque se hayan tenido que quemar puentes y barcos, cosa que no viene al caso. Por eso, las canciones que aparecen lo hacen en determinados momentos cruciales, jugando con el poder que tienen de despertar sentimientos y recuerdos dormidos, o incluso ayudarnos a entender una situación personal actual. En ese sentido, Bohemian Rhapsody (que da título al capítulo en el que aparece) juega un papel fundamental en la historia: ayuda a Susi a explicarse a sí misma su situación cuando descubre (según mi interpretación) que es una dramatización de un estado depresivo y, más adelante, tiene un poder evocador sobre los protagonistas más fuerte que cualquier hechizo u oración religiosa.


Pero, en definitiva, siempre quise trasladar la fuerza y la emoción de las baladas de heavy metal clásico a una novela (de ahí su lema, algo altisonante, quizás); no sé si lo conseguí, pero sí que era lo que pretendía: una historia con sus momentos de desgarro y de sensaciones dulces; bonita pero potente; un grito de desesperación y de esperanza al mismo tiempo; con ritmos frenéticos cuando toca y lentos cuando se precisa; rápida y al corazón. En un solo concepto: heavy metal.



P.- Has escrito una tesis de 766 páginas sobre la canción social. ¿Todavía te dan ganas de seguir escribiendo?, ¿qué significa escribir para ti?


Sigo con ganas, sí, aunque últimamente solo reviso y corrijo una y otra vez los borradores que tengo guardados; pero sí mosconea alguna que otra idea. Para mí escribir son varias cosas. Una de ellas es expulsar los demonios que llevamos dentro, una especie de purificación. Otra, la materialización de una idea que se me ha metido en la cabeza. Y la última, poder expresar mis ideas sobre todo lo que me apetezca. Por arrogante que parezca, tengo muy dentro los principios de la antigua AIDC y su nuevo humanismo, por el que se decía que el artista siempre tiene que contribuir a hacer avanzar al género humano, aunque no siempre tienen que ser cosas megatrascendentales. No aspiro yo a tanto, pero me constituye una vía de escape en ese sentido. Y a quien no le guste, ahí tiene muchas más cosas con las que se sentirá a gusto.



P.- ¿Podrías recomendarnos una novela corta de misterio, apta para llevárnosla a la piscina estas vacaciones?


Aparte de las mías, que no son muy largas (jeje), Lovecraft y asociados siempre son una buena opción: relatos cortos, muy expresivos y cargados de terror. Por otro lado, si tuviera que recomendar a un amigo, José Palacios: es un actor y escritor que ha explotado el misterio en torno a Egipto de una manera muy entretenida, desarrollando, además, una línea adulta y otra infantil-juvenil con bastante éxito ¡¡y sin apenas usar redes sociales!! Son novelas muy ligeras y sencillas, pero cargadas de una enorme belleza.



P.- ¿Y una sesión de cine para las noches de verano que se relacione con Redención, el último baile?


Pues esos clásicos están bastante bien: La profecía, Hereditary, La semilla del diabloPor otro lado, por su influencia del anime japonés en algunos pasajes, Akira y también un maratón de la serie El guerrero samurái. Y habría otra película que me ha influido mucho en esto del misterio y el terror, una de los ochenta: Ghoulies. Esta es la típica cinta de monstruitos (género surgido a raíz del éxito de Gremlins) y que ha envejecido sumamente mal en cuanto a efectos especiales (prácticamente, a las marionetas se les ven los hilos, cuando no son calcetines con ojos); no obstante, la historia de secta satánica, de la llamada casi hereditaria del mal y toda la parafernalia esotérica y de magia negra siguen siendo elementos llamativos.



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