Cuando leemos, nos fijamos más en la historia que en cómo está dividida la novela. Pero lo cierto es que en una historia hay dos tipos de separaciones, tenemos la distribución espacial y después la división del texto en unidades más pequeñas. Creedme, el lector se fija en esto más de lo que él cree, básicamente para determinar cuándo debe parar de leer para descansar. Esto lo puede determinar:
⮞ Separación espacial según la trama: el principio o el final de un viaje, la muerte de un personaje importante en la novela, etc. Es decir, el fin o el comienzo de acontecimientos importantes.
⮞ División del texto en unidades más pequeñas: capítulos, asteriscos, números, espacios en blanco, e incluso el final del primer tomo de una trilogía, que actúan como cortes cinematográficos.
UN POCO DE HISTORIA
Así es, los capítulos en una novela son vitales. Aunque tendamos a pensar que es una regla insustituible dividir las novelas por capítulos, esto no siempre fue así. Daniel Dafoe, escritor de Robinson Crusoe o Moll Flanders nos presenta flujos de discurso continuos que no se interrumpen aunque un huracán pase por sus páginas. Sin embargo, surgen dudas, ¿no innovaba en su creación literaria?, ¿era un fiel imitador del discurso de los narradores novatos y no profesionales que exponen la historia de su vida sin sustancia alguna, sin una estructura narrativa premeditada? Solo queda invocarlo para averiguarlo
De cualquier manera, cuando leemos una novela de Daniel Dafoe, una siempre siente un cansancio desmesurado ante la historia por cómo está presentada. Un truco bastante útil lo encontramos en el noventa y nueve por ciento de las novelas actuales: fragmentar la novela por capítulos. ¿Por qué? Si dividimos el texto en unidades más pequeñas, el lector puede respirar, coger aire, ir al aseo o irse a la cama. Existe una pausa tanto para la narración como para el lector, y eso significa tranquilidad mental.
Las transiciones entre distintos tiempos o lugares son necesarias, y además crean una llamada de atención en el lector. ¿Cómo? Muy simple, cada empiece de capítulo puede constituir un efecto retórico o expresivo muy útil para seguir leyendo, para enganchar, ya sea en el título, en una cita o en la primera frase del capítulo.
LOS ENCABEZAMIENTOS
Con respecto a los encabezamientos, aquí los hay de todas las formas, colores y tamaños. En 1748, el escritor Tobias Smollett se inclinó por escribir una especie de tráiler al inicio de cada capítulo. Así, nos dan detalles sustancioso de lo que vamos a leer. Son encabezados rápidos y con una acción que mantienen al lector pegado a la página.
CAPÍTULO DOS
Crezco𑁋Odiando a mis parientes𑁋Enviado a la Escuela𑁋Abandonado por mi abuelo𑁋Maltratado por mi tutor𑁋Madurado por la adversidad𑁋Conspiro contra el pedante𑁋Prohibido el acceso de mi abuelo𑁋Perseguido por su Heredero𑁋Le rompo los dientes a su tutor.
Las aventuras de Roderick Random, 1748, de Tobias Smollett.
El ejemplo que pones con novela de Daniel De Foe es verdad que es muy molesto. Otros casos que me vienen a la mente son el de “La tierra fértil” y, a medias, no hay capítulos como tal, aunque sí se notan las separaciones entre secciones como si fueran capítulos sin título, “La hija del caníbal” de Rosa Montero. Tuve que hacer un trabajo de filología para “La tierra fértil” y fue una locura porque leí el libro y me costaba recordar dónde estaba. También, el aspecto editorial físico ha jugado mucho con la necesidad de clasificar con unidades más fragmentarias. Lo de una especie de tráiler no he entendido bien sí era un índice de fragmentos o el clásico micro resumen de la obra, tan popular en el siglo XVI, aplicado a un capítulo. El tema de una introducción sugerente para atraer al lector y jugar con la estructura está bien, pero también hay que lograr que la obra llame la atención más allá. Personalmente, me gusta ojear las obras en medio para ver si la obra me llama la atención desde cualquier punto. En mi caso, no me tira mucho empezar con una cita de un autor, aunque siempre puede darse que le pega a alguna de mis obras en el futuro y lo use. A veces, hay algo de reflexión para iniciar, pero no es algo sistematizado. Curioso lo de los libros y los capítulos de “Tom Jones” de Henry Fielding. En mi caso, se da que, el spin off de “El viaje del sueño”, forma parte del capítulo “73. Ricordi” y lo divido en puntos, aunque el concepto “libro” ya sabemos que era muy común en la historia antigua romana. Sí, en comienzo, nudo y desenlace, se puede desarrollar bastante desde una estructura convencional que funciona para muchos formatos. En las mías, el concepto de comienzo, nudo y desenlace se diluye bastante porque pueden comenzar in medias res, o tener tal escala el sentido de un comienzo, nudo y desenlace, que cuesta seguirlas. Sí quedó muy marcada esa división, en un único libro de tres partes, con “El Sueño Perdido, La ciudad de las vidas partidas”. Sin duda, viene muy bien establecer divisiones. Yo uso mucho la de segmentos junto con la de puntos y capítulos, pero cada maestrillo tiene su librillo.
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