Escrito por Ainhoa Escarti. Leer es otra forma de viajar, de moverse por el mundo sin necesidad de trasladarse. Todos los lugares a un click neuronal. Cuando buscas esos lugares en el mapa, profundizas en las historias que te emocionaron, es en cierta forma respirar el mismo aire que tus personajes y pisar el mismo suelo. Esa comunión con nuestras historias nos lleva un peldaño más cerca de vivirlas por nosotros mismos.
En esta ocasión, vamos a recorrer lugares reales inspirados
en libros que huelen un poco a Navidad, o que convierten estas fechas en algo
especial. No quiero venderte itinerarios; quiero proponerte atmósferas donde la
lectura y la experiencia de viajar se cruzan, donde la Navidad no es un adorno sino el
tiempo del relato. Vamos a descubrir lugares a los que seguramente vas a querer
ir. Ponte cómoda y abre una nota para darte una escapada navideña. A
continuación te propongo un viaje
de sensaciones con nombres y destinos concretos —lugares reales que puedes
visitar— y qué libro llevar en la maleta para que, cuando te sientes a leer,
la ciudad no sea fondo sino interlocutora, hermanando realidad y papel.
Harry Potter
Uno de los magos más famosos de la literatura no podía faltar. En gran parte del imaginario podemos admitir que el universo Potter es sinónimo de Navidad. La premisa tan dickensiana del huérfano maltratado que finalmente logra un hogar donde depositar su amor se une a un mundo que sucede principalmente en invierno con ambientes fríos.
En todos los libros de la saga son fechas importantes, donde podemos leer esa búsqueda de unión familiar (que incluye amigos), la candidez de la infancia tardía, las descripciones de las comidas que incluso puedes oler (algo muy en la línea de la tradición narrativa inglesa), todo te lleva un poco al espíritu de diciembre. Aún respira en la memoria Harry con el jersey confeccionado por la madre de Weasley. Crucemos los dedos a ver si un año tenemos el nuestro bajo el árbol.
Harry siempre es sinónimo de Escocia. Sus inmensos y salvajes paisajes verdes. Los lagos, la niebla que se apodera de lo que ves. No podemos olvidar los castillos donde perfectamente podría ubicarse la escuela de magia de Hogwarts. Como ejemplos de estos castillos, encontramos el de Alnwick en la frontera con Inglaterra, donde se filmaron secuencias de la película, pero también otros como el castillo de Edimburgo, el castillo de Stirling con un impresionante comedor que podría pertenecer a la escuela de magia, o por último el castillo de Eilan Donan que, al igual que en el libro, se sitúa entre enormes lagos.
Pero si queremos perdernos por las tiendas del callejón Diagon, Edimburgo es nuestro lugar. Donde J. K. Rowling se inspiró abiertamente para describir las calles empedradas y estrechas con tiendas de curiosas fachadas. Todo tiene el aspecto de un sitio donde una escuela de magia podría haber puesto sus aulas. Si te interesa la Navidad que huele a chocolate caliente y a carbón listo para la chimenea, lee Harry Potter allí —no por la literalidad, sino porque la saga entiende la Navidad como un lugar donde habitar.
➥Qué hacer. Un imprescindible es el mercado de Navidad en Princes Street Gardens, que anima la ciudad con casetas, puestos de artesanía y atracciones; las luces atraviesan la niebla y estás a una jarra de cerveza de mantequilla para convertirte en un personaje secundario de una novela propia.
Las crónicas de Narnia: La bruja, el león y el armario, C. S. Lewis
Seguimos con literatura inglesa infantil o más bien juvenil. Aquí no voy a hablar de una saga al completo, más bien haré referencia a uno de los libros. El león, la bruja y el armario. Nuevamente una historia protagonizada por niños y adolescentes. Los cuatro hermanos protagonistas, también huérfanos, deben buscar su lugar lejos de su hogar, de su madre, mientras la sombra de la Segunda Guerra Mundial se alarga demasiado.
La idea del invierno eterno sin Navidad se vuelve inmediatamente en un clásico de estas fechas. Hay cierta candidez y ternura en el trayecto que realizan estos niños en ese reino fantástico en el que se convierten en la única esperanza. Las fascinantes descripciones del mundo helado son perfectas para leerlas en alto, al calor de una manta, mientras los más pequeños de la casa oyen atentamente aventuras con las que van a soñar en Navidad. Se me antoja como tradición anual.
➥Qué hacer. Laponia podría ser la protagonista de las andanzas de estos cuatro
hermanos. Hay lugares que respetan la mentira bonita de la infancia. En
concreto Rovaniemi, la villa de Papá Noel es exactamente eso: un parque
temático que se niega a avergonzarse de ser mágico. Allí puedes cruzar el
Círculo Polar, visitar la oficina postal de Santa y entender por qué algunos
relatos navideños no pierden vigencia: porque son, en parte, instrucciones para
creer aunque sea por unas horas. Al ver la nieve como protagonista del lugar, podría decirse que en cualquier momento una malvada bruja en trineo podría
ofrecerte dulces y embaucarte para que los hijos de Adán y Eva no se conviertan
en reyes y reinas. Así se convierte en lugar perfecto pero a la vez paradójico,
porque debemos recordar que en Narnia la Navidad no existe.
Cuento de Navidad, Dickens
No existe la Navidad sin el escritor inglés. Y este hecho es casi literal, ya que todo el universo navideño que vivimos en la actualidad se debe a su obra. Fue a partir de sus historias cuando poco a poco se puso énfasis en celebrar la Navidad como lo hacemos hoy en día, en familia, con comidas copiosas y grandilocuentes. Sembró las raíces de lo que ahora mismo vives durante casi tres semanas.
Independientemente de esto, hay algo universalmente hermoso en su
obra. Esos personajes icónicos que nos hacen reflexionar sobre el comportamiento social hacen denotar que las
bases de lo que nos hace humanos son las mismas. Aunque el capitalismo
exacerbado que nos rodea a veces nos hace olvidarnos de lo realmente
importante. Somos las personas y nuestros lazos emocionales lo que realmente
merece la pena. Ese pararnos a mirar lo que hemos construido como familia, pero
detenernos de verdad. Invito a celebraciones austeras donde lo importante no
sea el capitalismo de los regalos, sino mirarnos a los ojos y saber que somos
importantes los unos para los otros. Porque toda la obra de Dickens nos habla
de justo eso, la bondad, el amor los unos por los otros nos hace mejores. Y ese
es viaje interior cuya meta no logran todos los personajes del mundo Dickens.
Londres en Navidad es la ciudad que no perdona la hipocresía ni el exceso; es la ciudad de Dickens y de escaparates gigantes. Londres, pese a que ya no sea cien por cien la ciudad decimonónica de nuestro escritor británico, sí que respira el ambiente que nos narra en sus obras. Si tu idea de viaje incluye mirar gente y, a la vez, pensar en la responsabilidad social de la fiesta, lee Cuento de Navidad mientras caminas por Bloomsbury, Covent Garden o a orillas del Támesis al atardecer. Covent Garden, por ejemplo, se engalana con instalaciones y con músicos; sus corredores abiertos y su vida de mercado parecen diseñados para quienes quieren ver la Navidad como puesta en escena colectiva.
➥Qué hacer. Ve a las librerías de Bloomsbury, entra en una cafetería donde nadie
pregunta por el tiempo y lee un capítulo en voz baja. Observa las manos de los
demás: la Navidad es también eso, manos que buscan una prenda, un regalo, una
excusa. Ese dar simbólico que
representa el "me he acordado de ti".
Mujercitas, Louisa May Alcott Concord
Seguimos con narradoras en inglés, aunque en este caso dejamos la vieja Europa para adentrarnos en un Estados Unidos en plena guerra de Secesión. Este retrato del cotidiano femenino nos introduce en un microcosmos doméstico, donde las cosas sencillas están también plagadas de grandeza. La vida de las hermanas March transcurre en una especie de limbo donde los pequeños lujos marcan la diferencia, en el que las vidas están al límite mientras la guerra suena de lejos, pese a tocar tan cerca con el ronroneo del ruido blanco que no cesa.
Sus pequeñas decisiones mueven sus mundos con cuatro personajes atrevidamente modernos para la época en la que se escribió y publicó. Hay cierta ternura en este exquisito libro que lo hace un imprescindible de las lecturas que se leen bajo una manta y con un chocolate caliente en la mano. Si quieres una Navidad que no busque efecto, ve a Concord en Massachusetts. Pequeñas casas, hojas secas sobre la acera, la calma del interior que se presiente en el silencio de la calle. Leer a Louisa May Alcott en una de estas ciudades es reencontrarse con la Navidad como gesto ético: dar lo poco que tienes, compartir la mesa con quien no posee, sostenerse en la historia familiar que se repite. Concord no fríe la Navidad en luces; la deja reposar en la mesa.
➥Qué hacer. Visita las casas
históricas, siéntate en un café con pan de jengibre y lee los capítulos que
hablan de costumbres pequeñas; notarás cómo la ciudad te exige hablar menos y
observar más. Sentirse Joe caminando con tu vestido cerca del fuego, estar tan
metida en tu lectura que ni te des cuenta de que has quemado tus mejores galas.
Christmas Days, Jeanette Winterson
La autora inglesa en este conjunto de relatos se mete en las tripas de estas fechas, hace autopsia de una sociedad y nos muestra los fríos resultados en forma de informe literario que nos debería hacer reflexionar sobre ello. Con su muy interesante forma de escribir, coge los temas críticos cruciales de la Navidad y los desarrolla en un ejercicio casi político literario. El capitalismo, las relaciones familiares autoimpuestas atraviesan las páginas a través de personajes atípicos que no están del todo adaptados a la sociedad en la que viven. Son postales de un tiempo en el que vivimos, sirviendo de revulsivo ante los tópicos de unas fechas que también tienen su lado más oscuro sin llegar a convertirse en un Grinch, sino más bien en un té que por alguna razón salió demasiado amargo. Manchester y la Inglaterra industrial son los lugares a donde decide llevarnos Winterson.
➥Qué hacer. Si te interesa una Navidad que cuestione sus mitos —consumo, familia
ideal, nostalgia impostada—, Manchester y sus barrios de ladrillo son el
escenario. Allí la Navidad no disimula; mantiene su honestidad y su problema
social. Leer a Winterson en una ciudad donde la industria dejó huellas es una
forma de convertir la fiesta en pregunta. Una ciudad que rezuma verdad y
realismo sin ningún tipo de idealización. También podemos situarlas en
Lancashire, Yorkshire, pequeños
pueblos con pubs y chimeneas donde el calor no solo sale de una chimenea sino de los corazones de las personas
que deciden tener aún algo de candor dentro de ellos.
Carol, Patricia Highsmith
Esta es una novela romántica navideña. Habla de amores silenciados, de todas las cosas que no podían decirse en una época y un país que no quería aceptar que el retrato de foto de las chimeneas de sus casas, no era el único retrato de familia. Una historia llena de detalles sutiles, construida elegantemente con dos personajes principales altamente complejos que muchas veces se mueven en el subtexto y en las cosas que no se pueden decir en una habitación con personas mirando a tu alrededor.
Se convierte así en una extraña novela romántica de corte navideño, que deja un poso envenenado pero de una profundidad indescriptible. Lo hermoso no es el final feliz, no es la idealización de un amor. Lo remarcable de la novela es su capacidad para, pese a todo, mostrar un amor diferente desde la belleza de lo genuino. Como un pájaro azul que sabe que por no ser mirlo no puede anidar con el que se encuentra en su misma rama por casualidad.
Nueva York es el escenario. Carol transcurre en grandes almacenes y nos habla abiertamente de la soledad luminosa. Podríamos ver la novela en muchos cuadros del pintor Edward Hopper con Nueva York de fondo. Las personas con prisas y guantes, saliendo por sus calles ajetreadas e iluminadas llenas de cajas y bolsas. Los grandes árboles navideños nos salen al encuentro e incluso podríamos sentarnos a pasar frío, café caliente en mano mientras observamos a niños patinando sobre el hielo. Manhattan en diciembre es brillo y tópico.
➥Qué hacer. Si quieres ver la Navidad como lugar de deseo oculto, lee Carol en los
alrededores de Macy's o en los bancos frente a Central Park. Cruzar una de las
avenidas, entrar en una cafetería pequeña y leer sin prisa; en un rato la
ciudad hará de coro. De fondo suena el bullicio, e igual algún villancico que
ya escuchaste en las mil películas que ya viste antes.
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Y tú, ¿has leído estos clásicos, donde la Navidad se hace patente en cada página?, ¿recomendarías alguna otra novela?




