9 novelas para disfrutar (aún más) la ola de calor

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Lo que nos gusta una ola de calor no tiene precio, sentirnos como el vigilante de una pirámide en agosto, como un lagarto a las tres de la tarde sobre las plácidas arenas del desierto de Sonora. ¡No vamos a huir del calor! Vamos a mimetizarnos con él, a ser uno en dos elementos, a camuflarnos en ese chorro brillante del canalillo, a ser el ave fénix resurgiendo de nuestras propias cenizas. Llegaron las increíbles... ¡novelas para sentir aún más calor! Lo que todos estábamos esperando. 


Porque sí, porque el factor climático influye en los escritores de la zona o en las vivencias del escritor, como ya vimos en las novelas de Escritoras traducidas al español nacidas en los lugares más fríos del planeta. El calor se desarrolla como un personaje más, lo embadurna todo, es pegajoso. Vamos a empezar con una cita de García Márquez.



Era el mes de marzo y el calor se derramaba en chorros por entre las grietas de las casas, como un líquido invisible que lo ablandaba todo. Gabriel García Márquez, en Cien años de soledad (1967).


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CALOR EN LA CIUDAD 















Si te gusta la arquitectura:
El casa de verano, de Masashi Matsuie. Verano, monte Asama, Japón. El ambiente denso y la atmósfera cargante impregnan a los personajes. El grupo de arquitectos que se aloja en la casa rápidamente idea espacios con sombra y ventilación. Así se fusiona el diseño, el clima y el lenguaje.

Si te preocupas por el medio ambiente: La sequía, de Ballard. Estamos ante una catástrofe ecológica. Los océanos no se pueden evaporizar por la contaminación, por lo que no llueve y el bochorno y la humedad ocupan toda la novela. El solecito en todo lo alto se vuelve agónico, y esto se refleja en las emociones de los personajes, escasez de recursos, violencia, etc. Pero, ¿el calor realmente es el enemigo? 

Si te gusta Barcelona: El verano de los juguetes muertos, de Toni Hill. Barcelona, el asfalto arde cada día, cada hora, parece que caminas entre hogueras. Sentiremos una ola de calor que descansa implacable en el estado psicológico de los personajes, concretamente en el inspector Héctor Salgado. El cansancio veraniego y el desgaste emocional harán mella en el caso que tiene que resolver: el asesinato de un burgués de la ciudad.



Si te gusta la vida en el pueblo: Verano sin hombres, de Siri Hustvedt. Estamos en verano en Bonden, Minnesota. Allí, la protagonista se refugia de una crisis en su matrimonio, así que nos espera un verano largo. Veremos todo lo que nos suscita un pueblo en verano: caminatas, luz, etc. El calor se entiende como una emoción que emana desde lo íntimo.


Si te gusta la lujuria y el deseo: Luna caliente, de Mempo Giardinelli. El calor se cuela en esta novela como símbolo narrativo que aborda el estado emocional y psicológico de Ramiro y de los otros personajes. Aquí el calor es incómodo, intenso, claustrofóbico y pegajoso. Y sí, hay un gran componente sexual, un deseo desaforado entre Ramiro y Araceli, así que, a medida que hace más calor, este actúa en los personajes para que tomen decisiones impulsivas, ilegales y desordenadas. Y, lo peor de todo, no lo pueden evitar. 

Si te gusta las relaciones familiares: El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes, de Tatiana Tibuleac. Estamos en el sur de Francia. Una madre enferma y su hijo Aleksy se encuentran un verano para hacer frente a todo el dolor que vivieron en el pasado. Por lo tanto, aquí el calor se vincula más con lo transformador y emocional para intentar dejar atrás el odio y el sufrimiento. El calor ablanda emociones, las abrasa para que salgan a la luz.


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CALOR EN EL DESIERTO




Cuando el desierto influye para mal: El cielo protector, de Paul Bowles. En el norte de África, el calor del Sáhara es insufrible. Port, Kit y Tunner son los protagonistas que lo padecen, es como una fuerza hostil que ha borrado todo rastro de sombra y de control. En cada uno de los tres personajes actuará de una forma distinta y catastrófica. La cuestión es ¿realmente el cielo es protector en esta historia?


Cuando el desierto influye para bien: Desierto, de J. M. G. Le Clézio. Otra vez volvemos al Sáhara. Aquí el calor es intrínseco a los personajes. Trata la historia de Noura en el éxodo tuareg, y de Lalla, una joven del Magreb que vive en un barrio marginal. Por lo tanto, para las dos mujeres, el calor forma parte de su esencia, es lo auténtico, lo vital. Aquí el calor no destruye, transforma. 


Si te gusta la ciencia ficción en otros mundos: Dune, de Frank Herbet. ¿A quién no le gustaría pasar un veranito en Dune? Allí, el calor lo abarca todo en el planeta Arrakis: religión, cultura, población. Un calor letal rico en vitaminas, y con cero mililitros de agua a tu disposición. Y, por si fuera poco, hay gusanos gigantes que corretean felices por la arena del desierto. No, no son amistosos. 



Y vosotros, ¿conocíais estas novelas?, ¿sabéis de alguna obra literaria que esté ambientada en un lugar donde hace mucho calor? ¡Os leo!


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